Dios, creador del universo, tú eres grande y majestuoso en todo tu ser. Eres el alfa y omega, el principio y el fin, el que siempre ha sido y siempre será. Eres la fuente de toda sabiduría y verdad, el que nos guía por el camino correcto.
Tú eres el Dios de la misericordia y el amor. Tú nos amas incondicionalmente, sin importar nuestras fallas y debilidades. Tú eres un padre amoroso que siempre está ahí para nosotros, que nos escucha, nos cuida y nos consuela. Tu amor es tan grande que incluso nos diste a tu propio hijo para que muriera por nuestros pecados, para que pudiéramos ser redimidos y vivir en comunión contigo.
Tú eres el Dios de la justicia y la rectitud. Tú eres el juez justo que nos juzgará en el día final. Tú eres el que castigará a los malvados y recompensará a los justos. Tú eres el que da a cada uno según sus obras.
Tú eres el Dios del poder y la omnipotencia. Tú eres el que creó el universo con solo una palabra. Tú eres el que controla los vientos y las olas, el que detiene los terremotos y las erupciones volcánicas. Tú eres el que sostiene todo en el universo en tu mano.
Sin ti, no somos nada. Somos criaturas débiles y frágiles que necesitamos tu ayuda para sobrevivir. Dependemos de ti para todo: para respirar, para comer, para movernos. Sin tu amor y tu protección, estamos perdidos en un mundo peligroso y oscuro.
Por eso, venimos a ti hoy, humildes y necesitados. Te pedimos que nos guíes en todo lo que hacemos, que nos des sabiduría para tomar decisiones sabias, que nos des fuerza para resistir la tentación y el mal. Te pedimos que nos perdones por nuestras fallas y pecados, y que nos des la gracia para ser mejores cada día.
En resumen, Dios, eres todo para nosotros. Eres nuestro creador, nuestro salvador, nuestro guía y nuestro protector. Te agradecemos por tu amor y tu gracia, y te alabamos por toda la eternidad. Amén.