- Comienza tomando algunas respiraciones profundas y lentas. Cierra los ojos si te ayuda a concentrarte. 
- Dedica unos momentos para reflexionar sobre tus pensamientos y emociones actuales. Permítete reconocer cualquier tensión, ansiedad o preocupación que puedas estar experimentando. 
- Pídele a Dios (o a cualquier entidad divina en la que creas) que te ayude a encontrar la calma y la paz interior. 
- Visualiza un lugar tranquilo y sereno en tu mente, como un bosque tranquilo, una playa desierta o un prado verde y hermoso. Siente la paz y la tranquilidad que este lugar te brinda. 
- Repite una oración o mantra que te ayude a encontrar la calma. Algunos ejemplos incluyen: "Dios, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo y la sabiduría para conocer la diferencia", o "Soy amado/a y estoy seguro/a en el mundo". 
- Continúa respirando profundamente y sintiendo la calma y la paz en tu cuerpo y mente. Si tu mente comienza a divagar, simplemente reconócelo sin juzgarte y vuelve a centrarte en tu respiración y en la sensación de paz y tranquilidad en tu cuerpo. 
- Cuando estés listo/a, abre los ojos lentamente y regresa al presente, sintiéndote renovado/a y en paz.